CÓRDOBA, Alrededores



Todas las ciudades están relacionadas por orden alfabético para poder localizarlas mejor, como las visitamos está en el programa del viaje.

ALTA GRACIA
Histórica, encantadora y colmada de bellezas naturales, la ciudad de Alta Gracia encabeza el departamento de Santa María, Córdoba, destacándose como uno de los destinos más distinguidos del circuito de Paravachasca.
El paisaje de Alta Gracia confirma la etimología de la palabra con la que los comechingones designaron a este territorio: Paravachasca- lugar de vegetación enmarañada-, y se ubica en un amplio valle envuelto por sierras en forma de herradura.
Entre los atractivos invalorables de Alta Gracia, aparecen las reliquias jesuitas que perduran en su geografía; el arroyo Chicamtoltina que la atraviesa; el Parque García Lorca; los museos de diversas índoles; la casa del Che Guevara; y los dos campos de golf que cautivan aficionados.
Museo del "CHE" Guevara
El Museo muestra el honroso tributo de la tierra que lo vio crecer, a su memoria, a su vida digna y a su ejemplo... ... el ejemplo para las nuevas generaciones, que encuentran en ésta, su casa, el eco de sus pasos. Aquí se perpetúa un sentido homenaje, al niño, al joven, al amigo, a la figura universal: “EL CHE”.
Este museo abre sus puertas el día 14 de Julio de 2001. Desde aquí queremos mostrar qué fue lo que Ernesto encontró y vivió en este lugar que contribuyó a crear la personalidad y el carácter de quien se proyectaría sobre la historia como: “EL CHE”.


Villa Nydia
Fue construida por la Compañía de Tierras y Hoteles en el año 1911, para ser habitada por el personal jerárquico del Ferrocarril. La Familia Guevara, inquilinos de la casa, llegaron a estas serranías en busca de alivio para el asma que padecía el pequeño Ernesto, y así brindarle la posibilidad de crecer como un niño más en un ambiente de libertad en contacto con la naturaleza. La habitaron desde 1935 hasta 1937 y de 1939 a 1943, y luego fueron a vivir a Córdoba.
¿Por qué Villa Nydia? Nydia fue la hija menor del primer propietario de la casa, Barraco Candioti, y mientras la familia Guevara De la Serna vivió aquí, la casa llevó ese nombre. Posteriores dueños cambiaron su nombre por Villa Beatriz y otros.
Villa Nydia es declarada Bien Patrimonial por el Gobierno Municipal de Alta Gracia, quien la adquiere en noviembre de 2000, abriendo sus puertas como “Museo Casa Ernesto Che Guevara” el día 14 de Julio de 2001. En esta galería se exhiben fotografías de las distintas viviendas que la familia Guevara De la Serna habitó durante su estadía en la ciudad de Alta Gracia (1932-1943).
Estas casas poseen características similares, conocidas por los lugareños como Chalet de chapa, con techos de zinc de pronunciadas pendientes, crestería de hierro fundido y cenefas de madera, sus galerías abiertas en eclécticas fachadas constituyendo un valioso conjunto arquitectónico de tipología inglesa.
Ernestito
En 1927, Ernesto Guevara Lynch se casa con Celia De la Serna, para luego instalarse en Puerto Caraguatay (Misiones), lugar donde compraron unas plantaciones de yerba mate. Ante la llegada inminente del primogénito, el matrimonio decide viajar a Buenos Aires. Navegando por el Río Paraná hacen un alto obligado en la Ciudad de Rosario, y es allí que el 14 de junio de 1928 a las 3:05 horas, nace Ernesto Guevara De la Serna.
Los problemas bronquiales con los que nació se transformaron en asma. A fines de 1932 la familia de Ernestito, por consejo médico, se trasladó a Alta Gracia, buscando una solución para su enfermedad que lo acompañaría el resto de su vida.
Alta Gracia era un lugar turístico por excelencia, muy buscado por las personas con afecciones respiratorias, por su clima seco con aire puro y tonificante, y donde la familia Guevara residió durante once años (1932- 1943). A pesar del asma, hizo una vida activa, practicó varios deportes, generando en él un espíritu de disciplina y autocontrol.
Ernesto, era un niño travieso, inteligente, cursó sus estudios primarios en las escuelas públicas, “San Martín” (2° a 4° grado) y “Santiago de Liniers” (5° y 6° grado). Recibiendo de su madre las primeras lecciones.
Desde pequeño fue ávido por la lectura. Leyó cuanto libro tuvo a su alcance (Julio Verne, Emilio Zolá, Horacio Quiroga, Antonio Machado, Anatole France, etc.)
Cultivó muchos amigos que lo acompañaron, en su feliz niñez, en Alta Gracia, con aventuras inolvidables.
Su juventud
La familia Guevara De la Serna se traslada definitivamente a la Ciudad de Córdoba en el año 1943 residiendo hasta 1947.
Ernesto completó sus estudios secundarios en el colegio Deán Funes, donde hizo nuevos amigos entre ellos Tomás y Alberto Granado quienes lo apodaron el Pelao, chancho y fúser. A los 17 años, demostró gran interés por la filosofía y comenzó a escribir su propio diccionario filosófico. También formó parte del equipo de rugby en el club Estudiantes como medio scrum.
A fines de 1946 Ernesto terminó sus estudios secundarios y ese mismo año ingresó a trabajar en la Dirección Provincial de Vialidad de Córdoba.
En el año 1947, la familia regresa a Buenos Aires, debido a la enfermedad de su abuela Ana Lynch.
En 1948, se inscribió en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, recibiendo su diploma de Médico el 1º de junio de 1953.
Durante el transcurso de sus estudios universitarios Ernesto realiza varios viajes. En 1950 realiza el viaje en bicicleta parte el 1º de enero, a bordo de una bicicleta Garelli, preparada con un pequeño motor “Micrón”, tenía 21 años. La intención era visitar a su amigo Alberto Granado en San Francisco del Chañar (Córdoba).
Parte desde Buenos Aires pasando por Rosario, su ciudad natal, y posteriormente estuvo varios días en Córdoba con Alberto, continuó viaje por Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy. A su regreso pasa por Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y La Pampa.
En su travesía, Ernesto había visto y palpado la injusticia y la marginalidad en que vivían muchos argentinos, y también pudo percatarse de las grandes diferencias sociales que existían en el país. Indígenas y mestizos emigraban a las ciudades en busca de trabajo. Poderosos terratenientes, dueños de inmensos territorios, explotaban a numerosos campesinos.
Este recorrido de más de 4.000 km. es reconocido por la fábrica de motores “Micrón”, que publica en la Revista El Gráfico de marzo de 1950 la hazaña de Ernesto Guevara de la Serna.


Otro de los museos que cabe mencionar es el dedicado al compositor Español Manuel de Falla. Fue inaugurado el 14 de Noviembre de 1970 y en sus salas se exhiben objetos personales, libros, mobiliario, vestimentas, vajilla, correspondencia y fotografías, además de partituras manuscritas e impresas.
En la sala Juan José Castro se destaca el Minipiano utilizado por el Maestro, marca The Eavestaff de procedencia Inglesa, obsequio de Bernardo Iriberri.
Se realizan visitas guiadas especiales y cuenta con biblioteca, archivo documental, periodístico y Discoteca.
Sala Cádiz:
Se exhibe cama, sillón, poncho, retrato de Pablo Picasso.
Sala María del Carmen:
La máquina con la cual su hermana le armaba sus cigarrillos, máquina de escribir y testamento.
Sala España:
Maletín, jaquet y chaleco del Maestro, partituras.
Sala Juan José Castro:
Minipiano y batuta.
Sala Alta Gracia:
Juego de té y biombo.
Biblioteca:
Archivo documental, periodístico y Discoteca.
Una excelente oferta gastronómica y hotelera completan la infraestructura de Alta Gracia, un rincón de Córdoba donde dejarse invadir por la pureza del aire y la postal embelesante del paisaje, consiguiendo la tranquilidad absoluta algunos y despertando el vértigo los aventureros.
Así premiaron a don Juan Nieto por sus servicios a las huestes colonizadoras de Jerónimo Cabrera: con las tierras de Alta Gracia que, por entonces, sólo concentraban un par de ranchos y cultivos realizados por los aborígenes de su encomienda. Ni se imaginaba que el heredero de esa precaria finca, don Alonso Nieto de Herrera, al ingresar a la Compañía de Jesús por el 1643, la donaría a la Orden. Y mucho menos que de la mano de los jesuitas se desarrollaría semejante emprendimiento productivo, dedicado a la rama textil, ganadera y agropecuaria y en especial al comercio de mulas.


Ubicada a 36 km al sudoeste de la ciudad de Córdoba, la Estancia de Alta Gracia por el año 1659 había dejado atrás la originaria construcción de adobe y se había transformado en una mole de cal y piedra, desafiando con su estilo barroco la arquitectura de la época. Estaba conformada por la residencia, el obraje destinado principalmente a la producción textil, la carpintería y los hornos, la ranchería y sus sesenta cuartos para trabajadores, el tajamar, un dique artificial utilizado para el riego de los cultivos y la iglesia.
Diseñada por el genio de Andrés Blanqui, arquitecto de la Orden y responsable de la mayoría de las obras coloniales más prestigiosas de la Argentina, el santuario es una verdadera joya del barroco colonial que corona el ala sur del complejo. Única en el país por su fachada sin torres, posee un perfil de curvas interrumpidas y pilastras apareadas que rememoran el barroco italiano tardío. En su interior exquisitamente ornamentado, se destacan el retablo del altar mayor con sus columnas salomónicas y el púlpito tallado en madera, debajo de la bóveda.
En 1810, luego de la expulsión y de sucesivos propietarios particulares, toma posesión de la Estancia don Santiago de Liniers, antiguo Virrey del Río de la Plata, que vivió por escasos cinco meses hasta su trágico final. Diez años más tarde, don Juan Manuel Solares compró y loteó las tierras de las inmediaciones de la estancia, dando origen a la incipiente ciudad de Alta Gracia.
Si bien en 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional, la residencia fue ocupada por los herederos de Solares hasta el año 1968. Recién en 1971 se iniciaron las tareas de restauración que permitieron inaugurarla como Museo Nacional Casa del Virrey Liniers, en pleno corazón del valle de Paravachasca, entre las últimas estribaciones de las sierras chicas.
Traspasar el pórtico e ingresar al Patio de Honor acompañados por el aroma de los naranjos, jazmines y duraznillos, nos invita al recorrido: la cúpula que sostiene las tres campanas, un reloj de sol con su sombra proyectada y un apacible silencio que nos transporta en el tiempo.
Las salas del museo reflejan fielmente los ambientes de la vida colonial: las cujas de algarrobo, petacas de viaje hechas en cuero crudo, la rueca de hilar lana, el brasero. Todo dispuesto como entonces. De igual modo, la sala dedicada a Liniers con muebles que pertenecieron a su familia: el juego de comedor, una cornucopia bañada en plata, la mesa de cedro tallada y un óleo del Virrey.
Hoy en día, la Estancia de Alta Gracia es seguramente la de mayor actividad. Su integridad original se vio modificada por la trama urbana de la misma ciudad: el museo funciona en lo que antiguamente era la residencia; el templo es en la actualidad la iglesia parroquial; el obraje pasó a ser una escuela secundaria, el tajamar, un centro de recreación y paseo; y sobre las tierras de producción se construyeron diversos barrios.
Por esta razón, remontar el pasado de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia significa conocer los orígenes de la misma ciudad, hoy convertida en un pujante centro urbano.

ASCOCHINGA
Desde Córdoba por la ruta E53, o bien por la serpenteante y verde ruta E57; Ascochinga se alza como el punto de cierre de la región de las Sierras Chicas. Este es un lugar acogedor que brinda hermosos paisajes a la vera de su río, la magia de sus estancias, sus circuitos aledaños y la calidad y excelencia de sus más variados servicios.
Un pequeño casco urbano suma atractivos a los alrededores naturales, mientras un río de pequeño cauce y bajo la constante frescura de los árboles atraviesa su corazón convirtiendo a Ascochinga en uno de los parajes más preciados de las Sierras Chicas, siendo allí donde la actividad turística se desarrolló más intensamente por su armónica combinación de paisajes y propuestas.

CALAMUCHITA
Centro turístico privilegiado del Valle de Calamuchita, Santa Rosa ha sido definida como base donde instalarse y recorrer las serranías de los alrededores. Combinación admirable de confortable planta urbana y exquisitas bellezas naturales, atrae a la familia prometiendo alternativas para todos los gustos.
Conjugando la esencia mística del cristianismo con las creencias de los pueblos originarios, Santa Rosa de Calamuchita ofrece al turista más de 425 años de historia y los reúne, en parte, en la Capilla Vieja, y en parte, en las magníficas estancias que conserva desde 1890.
Santa Rosa es una ciudad pujante con innumerables atractivos, entre los que resultan imperdibles el Puente Colgante, la Feria de Artesanos y el Parque Temático. Circuitos contemplativos, excursiones, turismo aventura y eventos culturales en cada uno de los meses del año completan su propuesta, que además despliega extensos arenales donde tenderse al sol previo chapuzón en las aguas del río.
Entre las Sierras Chicas y las Sierras Grandes, a orillas del río Santa Rosa, esta localidad cordobesa impulsa a buscar la cima del imponente Champaquí, y advertir allí, segmentando la mirada, a un lado
la belleza de Traslasierra y al otro el encanto majestuoso del Valle de Calamuchita.

Historia de Santa Rosa de Calamuchita
Los indígenas primero y los conquistadores después, sentaron la base de esta ciudad que toma su nombre de la lengua comechingona, con un significado que destaca la “abundancia de talas y molles”.
Los comechingones y sanavirones fueron los originarios pobladores de estas tierras. Los españoles llegarían posteriormente, en 1528, accediendo al valle a través del río Carcarañá y uno de sus afluentes, el río Tercero.
Con la conquista, comenzaría también el asentamiento de importantes estancias, hasta que en 1935 la compra, fraccionamiento y loteo realizados por Diego Garzón, afianzarían el desarrollo urbanístico de la zona.

ESTANCIA CAROYA
Caroya en lengua quichua. Es la primera estancia que organizó la Compañía de Jesús por el año 1616.
Ubicada en el límite oeste de la localidad de Colonia Caroya, 44 km al norte de la ciudad de Córdoba (Ruta Nacional Nº 9), se enclava este enorme caserón colonial rodeado de arboledas y vides bajo el cordón de las sierras chicas.
Por el año 1661 fue vendida al fundador del Colegio Monserrat, el Presbítero Ignacio Duarte Quiróz, quien logró transformarla en una pródiga tierra con producción de maíz y trigo, frutas, vino, miel y algarrobo. En 1867, Duarte la donó al Colegio para que fuera utilizada como solar veraniego de sus estudiantes. Y así pasaron sus merecidas vacaciones alumnos como Juan José Paso, Nicolás Avellaneda y los hijos del Virrey Liniers.
Entre los años 1814 y 1816, las guerras independentistas hacen que Caroya se convierta en la primera fábrica de armas blancas del país, abastecedora de las puntas de bayoneta para el Ejército del Norte.
En el año 1854 pasa a manos del gobierno nacional que en 1876 dispone, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, albergar a inmigrantes italianos provenientes de Friuli. En 1878, los nuevos colonos ya instalados en los cuartos de la estancia comienzan a organizar el poblado en las inmediaciones cercanas al casco.
Toda la residencia está organizada en torno a un amplio patio central que detenta en su ingreso dos enormes palmeras, seguidas de un frondoso jardín en el que se respira el aroma de los olmos, naranjos y palmos.
Junto a la capilla, el perchel, el tajamar, los restos del molino y las acequias, además del área dedicada a la quinta, constituye un destacado ejemplo de arquitectura residencial en el medio rural. Su estructura edilicia muestra rasgos arquitectónicos propios de los siglos XVII, XVIII y XIX, marcados por las distintas etapas de utilización de la casa.
Por esta razón, el museo pluritemático y el centro de interpretación que funciona en la estancia bajo la Dirección del Patrimonio Cultural de la Provincia de Córdoba, cobran singular importancia.
En las diez habitaciones que conforman el claustro, los objetos y muebles testimonian las diversas épocas. Arcones de madera, sillones fraileros, pinturas cuzqueñas y la talla de madera policromada de San Ramón Nonato fueron fieles testigos de los días de descanso que pasaban los alumnos del Monserrat.
La capilla, que data del siglo XVII, con sus paredes de piedra y sólo una imagen en el altar de la Virgen de Monserrat, invitan al recogimiento.
Los amantes de las armas pueden recorrer los salones y la galería donde se exhiben ejemplares de guerra como carabinas Remington 1879 y Charleville 1850, tercerola Smith 1857, además de sables y espadas de la época revolucionaria.
El paso de los friulanos por la casa quedó reflejado en sus juegos de dormitorios, baúles de viaje, ruecas para hilar y otros artefactos domésticos. También un enorme tonel con prensa para las uvas, fiel expresión de los frutos de Caroya, donde todavía los descendientes de esos inmigrantes producen el famoso vino frambua.
Tras años de historia, Caroya resguarda en sus silenciosos y apacibles rincones el espíritu de las estancias jesuíticas.
El pueblo creció luego espontáneamente y no puede definirse una fecha real de fundación.

ESTANCIA LA PAZ
Ubicada en Ascochinga, Provincia de Córdoba, y a solo 45 minutos  del aeropuerto internacional Córdoba, La Paz fue la estancia preferida del dos veces presidente argentino  Julio Argentino Roca.
Sus aposentos confortables, decorados con sobriedad y exquisito gusto, se imprimen del entorno apacible que impone un parque de 8 hectáreas diseñado por el paisajista Charles Thays en 1903.
Allí, un precioso lago da carácter a un paisaje dibujado por los increíbles colores que, según la estación, generan los rayos del sol.
Rodeada por añosos árboles y con una hermosa vista al lago, la piscina es uno de los sitios más encantadores de la estancia. Esta histórica construcción fue recientemente acondicionada y habilitada como spa, donde excelentes profesionales regocijan a los huéspedes con la relajación más completa y placentera.
La tranquilidad y la calma forman parte de la esencia de La Paz. Así nació en 1830 y así se convirtió en un refugio de sosiego para uno de los presidentes más significativos de la historia argentina: Julio A. Roca, quien fue propietario de esta estancia de Córdoba desde 1870 hasta finales de la década del 30, haciendo de este lugar un escenario privilegiado de la vida política y social más encumbrada del país.
De allí la gala que hoy se conserva con asombrosa fidelidad.
Las agradables habitaciones, la sala de lecturas, los salones sociales, cada ambiente lleva la impronta personal de quien supo dar rumbo a las épocas más grandiosas de la Argentina moderna.

JESÚS Y MARIA
Siguiendo por la Ruta Nacional Nº 9, se nos encontramos la Estancia de Jesús María. Su ubicación no es fortuita: por allí pasaba el camino real hacia la capital del Virreinato.
En 1618, los jesuitas adquirieron por ocho mil pesos, las 20 mil cepas de viñas, el molino, 250 vacas, 25 bueyes y 30 cerdos de la Chacra de Guanusacate, nombre con el que designaban a esas tierras los indígenas sanavirones.
En 1620, rebautizada con su actual nombre cristiano, este segundo emprendimiento productivo de la Compañía de Jesús concentraba a los aborígenes que eran asalariados y a cerca de trescientos esclavos, comprados en el puerto de Buenos Aires, que llevaban la mayor carga de trabajo. Como era de esperar, en la finca no sólo se hablaba el latín, el español y el italiano, sino también las lenguas aborígenes y africanas. Mitad monasterio y mitad factoría, los ranchos destinados a los indios y a los esclavos, fueron cambiando por las construcciones de ladrillo, piedra y teja, características de la Orden. El patio central cerrado en dos costados por un claustro de dos niveles, las amplias galerías, los arcos de medio punto, cierran el estilo propio de la Compañía. La iglesia, de fachada sobria y nave única abovedada, muestra en su interior una importante cúpula central ornamentada con relieves que denotan las manos de los artistas aborígenes. Junto a la sacristía, la elegante espadaña de piedra completa la arquitectura de la finca.
La producción vitivinícola de la Estancia de Jesús María alcanzó tal grado de calidad y desarrollo, que su fama trascendió las fronteras y se prolonga hasta nuestros días.
El lagrimilla, exquisito vino elaborado a partir del mosto de 48 mil cepas cultivadas, poseía un sabor tan singular que lo llevó a convertirse en el primer vino americano degustado en la mesa real de Felipe V en Madrid .
Luego de la expulsión de la Orden, la Estancia de Jesús María pasó a manos privadas hasta que en 1941 fue adquirida por el gobierno nacional y declarada Monumento Histórico. A partir de 1946, funciona como Museo Jesuítico Nacional, recreando las condiciones originales del emprendimiento.
En la planta baja de la estancia, lugar donde se elaboraba el famoso vino, hoy se encuentra una profusa colección de piezas arqueológicas de la zona. Un recorrido por las salas muestra imágenes religiosas, crucifijos, litografías, monedas y medallas, hasta llegar al tesoro jesuítico de Jesús María: la Inmaculada de madera, el Cristo de la Paciencia, los querubines legados por los guaraníes y otras tallas de impactante contextura americana.

LA CUMBRECITA
Un rincón maravilloso situado en el curso superior del  Río del Medio, en el faldeo de las Sierras Grandes, en el centro oeste del territorio cordobés, La Cumbrecita integra el itinerario por el Valle de Calamuchita. Pura, natural, saludable, ha merecido la categorización de primer Pueblo Peatonal y despliega ante los turistas una inigualable propuesta paisajística.
Casas de tronco y balcones florecidos en colores caracterizan las calles de La Cumbrecita, una de las joyas más preciadas de la provincia de Córdoba, donde la infraestructura se halla distribuida en total respeto a la geografía y aprovechando de modo inteligente los recursos naturales.
Entre sus atractivos más seductores despuntan los pinares que la rodean, especialmente en invierno cuando las nevadas pintan de blanco sus ramas; también las cascadas y vertientes que brotan de las montañas, y los puentes que cruzan el río cautivando a todo transeúnte de este sitio antecedido por un enorme estacionamiento, fiel símbolo de la restricción vehicular que lo rige.
Entre las reliquias del pueblo hay una fuente de madera de lapacho instalada en 1942, la cual posee una campanilla que los lugareños hacían sonar en casos de incendio u otras alarmas, y en la que actualmente la gente suele arrojar monedas para pedir deseos. Pero si algo encanta en La Cumbrecita, más allá de su encanto paisajístico, es su gastronomía de privilegiado refinamiento.
Historia de La Cumbrecita
Fue fundada en 1934 por Helmut Cabjolsky, un médico alemán que llegó a este rincón de Córdoba contratado por la filial Buenos Aires de la empresa Siemens. Enamorado del paisaje que le recordaba los bosques de su Baviera natal, Cabjolsky compró 500 hectáreas y comenzó a construir allí su casa, la cual se convertiría con el tiempo en lo que es hoy el símbolo del lugar: el Hotel La Cumbrecita.

LA PAZ
Ubicada a 41 kilómetros de Villa Dolores, La Paz se concentra en torno al antiguo casco de la estancia Los Talas formando junto a la Capilla de San Juan de los Talas un pequeño poblado.
Se trata de una de las villas más antiguas del departamento San Javier y es el principal centro recolector del oeste cordobés de naranjas y hierbas medicinales.
Desde La Paz se puede regresar por asfalto, tanto por el Camino de la Costa como por la ruta nacional N0 148 que pasa por Villa Dolores, o continuar hacia el sur por camino de tierra hasta Merlo, ya en territorio de San Luis.

LOMA BOLA
A mil setecientos metros de la plaza de La Paz se encuentra Loma Bola a la cual se la ha definido como el “paraíso de las hierbas medicinales”.
Abundan hierbas del más variado tipo que engrosan los acopios que se despachan periódicamente desde la región hacia Buenos Aires, Mendoza y Rosario.
Interesantes trabajos artesanales se realizan en el lugar que constituyen un motivo más de atracción para los visitantes.
El turista podrá también conocer un taller de piedras preciosas, visitar la Granja Ecológica El Manantial, y realizar turismo de aventura.


LUYABA
Pequeña y pintoresca población enclavada al pie de las Sierras de Comechingones a treinta kilómetros de Villa Dolores entre una exuberante y variada vegetación y con un arroyo de límpidas aguas que nace en el corazón de la montaña y desciende por profundas barrancas hacia el valle. Una hostería aporta la posibilidad de alojamiento al visitante que puede gozar así del paisaje de montaña, de la hospitalidad y sencillez de sus pobladores y la tranquilidad de las noches perfumadas del monte serrano

MINA CLAVERO
En la actualidad, con sus más de 5.000 habitantes estables, Mina Clavero es el principal centro turístico del valle de traslasierra. Cuenta con alrededor de 14.000 plazas para albergar a los visitantes, la mitad distribuida en casas de alquiler y la otra mitad repartida en hoteles, cabañas, hosterías y campings.
Durante el día, Mina Clavero brinda sus hermosos balnearios, algunos más céntricos otros un poco más alejados, sobre los ríos Panaholma y Mina Clavero; entre los más conocidos están los del centro de Mina Clavero, Nido del Águila, Las Maravillas y la Quebrada del Toro Muerto. Se pueden realizar desde esta localidad numerosos circuitos turísticos hacia el sur o hacia el norte del valle, conocer algunos museos de distintas características, recorrer el camino de artesanos entre Mina Clavero y Villa Benegas, visitar una granja o un criadero de iguanas. También es posible practicar alguna de las tantas alternativas referidas al turismo de aventura como cabalgatas, caminatas, paseos en bicicletas para todo terreno, travesías en vehículos 4x4, vuelos en ala delta con motor desde el aeródromo, pesca de trucha o pejerrey, etc.


Cuando se esconde el sol, Mina Clavero se transforma en el gran centro nocturno de todo el valle de traslasierra. La avenida San Martín se convierte en peatonal y es el lugar de reunión obligado de grandes y chicos. Diferentes establecimientos gastronómicos se disponen principalmente en esta arteria y en sus cercanías, donde además se encuentran el casino, el bingo, y las discotecas para los más jóvenes. También tienen lugar distintos eventos culturales, musicales y teatrales.

POSTA DE SINSACATE
En el departamento de Totoral, sobre el camino que une Córdoba con Santiago del Estero, llamado antiguamente de Potosí, a 57 Km de la capital y a unos 9 de Barranca Yaco, se encuentra esta antigua posta. Data de 1709; fue en un principio propiedad de los jesuitas, y lo más probable es que haya sido un puesto o dependencia de la Estancia de Jesús María, que se halla próxima. Su construcción es sencilla y la calidad de los materiales usados indica que se levantó en distintas épocas. Lo primero que se debe haber hecho es la capilla y las habitaciones contiguas, que son de adobe; luego hay varias piezas de gruesas paredes de piedra quebrada y otras dependencias de adobe, que se nota han sido agregadas al cuerpo inicial.
La parte que mira al sur es la más baja; al otro lado se encuentra la capilla, que posee una espadaña de tres aberturas, la cual se destaca del resto de la edificación. Aquí se encontraban antiguamente las campanas, y aún se pueden observar restos de los maderos que las sostenían. Según la tradición, la terraza, a la que se subía por una escalera adosada a la capilla, servía para observar las diligencias que se acercaban. Pero es más probable, dadas las características, que la Posta de Sinsacate fuera primero una construcción religiosa. La capilla conserva aún en su interior restos del púlpito, y en sus muros puede observarse parte de las pinturas que la adornaban.
El edificio en total mide unos 50 m. de largo, es estrecho, de un solo piso, y en su frente tiene una amplia galería a la que dan todas las habitaciones. En muchos de sus detalles, la edificación responde a las antiguas postas destinadas al reposo de los viajeros y relevo de caballos.
Cobró importancia histórica después del crimen de Barranca Yaco. En 1834 era gobernador interino de Buenos Aires y presidente de la Legislatura el Doctor Manuel Vicente Maza, cuando estalló la guerra civil entre Alejandro Heredia y Pablo Latorre, gobernadores de Tucumán y Salta, respectivamente. En tales circunstancias, el Doctor Maza, de acuerdo con Juan Manuel de Rosas, decidió mandar a Juan Facundo Quiroga, "el Tigre de los Llanos", con la misión de terminar la lucha entre ambos caudillos. Poco antes de partir, en una entrevista que sostuvo con Rosas éste le ofreció una escolta. Al rechazarla Quiroga desdeñosamente, el tirano le advirtió:
"Tenga cuidado, no vaya a ser usted envuelto en esas cosas y le jueguen nuestros enemigos una mala jugada".
Al llegar a Santiago del Estero, el 3 de enero de 1835, se enteró de que Latorre había sido vencido y asesinado en Salta. Dispuesto a emprender el regreso, logró antes de hacerlo reunirse con Ibarra, caudillo santiagueño, Heredia de Tucumán y Moldes, delegado de Salta y convino con ellos la pacificación de las tres provincias. Cumplida su misión, resolvió partir de Santiago del Estero. Poco antes había recibido un anónimo de Córdoba en el cual se le decía que los hermanos Reinafé lo iban a matar, pero confiado en su valor tantas veces puesto a prueba no tomó precauciones y desafiando a sus enemigos dijo:
"No ha nacido todavía el hombre que ha de dar muerte a Facundo Quiroga; a un grito mío, esta partida se pondrá a mis órdenes y me servirá de escolta hasta Córdoba".
Durante el trayecto tuvo nuevos avisos de la suerte que le esperaba, pero no hizo caso. Así fue como el 16 de febrero de 1835, al llegar a la hondonada de Barranca Yaco, la partida organizada por los hermanos Reinafé, mandada por el Capitán Santos Pérez, apareció en el camino, hizo detener la galera, y de cuatro tiros mató a los peones, al tiempo que Quiroga se asomaba por la ventanilla preguntando:
"¿Qué significa esto?"
Y al darse cuenta de la situación, gritó:
"¡Eh, no maten a un general!"
Pero Santos Pérez, por toda respuesta, le descargó un tiro en un ojo, y abriendo la portezuela hundió su espada en el pecho del secretario, Dr. Ortiz. Sólo lograron salvarse el correo Marín y el asistente del Dr. Ortiz, quien por casualidad habían quedado algo rezagados. Marín llevó la noticia a la posta de Sinsacate y luego siguió viaje a Córdoba.
Era juez del lugar y propietario a su vez de la Posta de Sinsacate por aquel entonces, don Pedro Luis Figueroa, quien en conocimiento del hecho dispuso de inmediato trasladarse al sitio en compañía de varios vecinos. Una vez allí recogieron los cadáveres que habían sido escondidos por los asesinos en un bosque próximo, y los trasladaron a la Posta en la misma galera puesta rápidamente en condiciones. En la capilla de Sinsacate fue velado el famoso caudillo y también sus acompañantes, siendo llevado después su cuerpo a Córdoba.
Restaurado en 1946 por el Arquitecto Mario J. Buschiazzo, de la Dirección Nacional de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, se lo declaró "Monumento Histórico" por decreto no 90.732 del 14 de mayo de 1941.

SAN JAVIER Y YOCANTO
San Javier y Yacanto (solo separadas por el rio) nacieron turísticamente a fines del siglo pasado, cuando los ingleses que construían el ferrocarril hacia Villa Dolores eligieron este lugar para sus descansos.
Viejas y clásicas casonas, el balneario municipal, y tradicionales hosterías conforman el paisaje de esta villa enclavada al pie del Champaquí, punto principal del turismo de aventura.
San Javier conforma una unidad con Yacanto, al sudeste de Villa Dolores, de la que se encuentran a diez kilómetros por la ruta pavimentada denominada Camino de la Costa
La localidad de San Javier fue el primer asentamiento hispano en la Comechingonia.
Hoy, en un predio de diez hectáreas se encuentran el balneario municipal, construido con piedras del arroyo, el anfiteatro y un camping.
Excelentes casas de veraneo rodean al pueblo que, junto a una hostería categorizada, cubren la expectativa de alojamiento para los turistas.
La agreste vecindad de la Sierra de Comechingones es una invitación a las caminatas y paseos a caballo que permiten disfrutar del aire puro.
Por esta razón se practica el montañismo, ala delta y parapente. (Desde las cumbres con descenso en San Javier) y excursiones de aventura.
Se sugiere no dejar de conocer: la quebrada del Tigre, La Constancia, Barranca de los Loros, El Carrizal y Baño del Obispo.
La Población
Con un clima primaveral, un luminoso sol que se proyecta en la montaña y una pródiga vegetación, se levanta este caserío de hermosas residencias, rica forestación, exquisita fauna y floridos jardines.
El plástico Luis Tessandori supo plasmar en muchas de sus obras paisajes y escenas del lugar.

SANTA CATALINA
La más grande de todas las estancias jesuíticas, Santa Catalina fue fundada en 1622. Vamos al norte rumbo a Ascochinga, siempre siguiendo por la Ruta Nacional Nº 9, pero esta vez a 70 kilómetros de la capital de Córdoba, unos 20 km al noroeste de Jesús María, donde se toma un camino provincial secundario. Y volvemos a remontar la historia.
En las antiguas tierras de Calabalumba la Vieja, la Compañía de Jesús compra en cuatro mil quinientos pesos la Estancia de Santa Catalina que, por ese entonces, comprendía algunas precarias construcciones y muchas cabezas de ganado. Debido a la gran insuficiencia de agua, la primera gran obra de los jesuitas fue de ingeniería hidráulica: un conjunto de conductos subterráneos por el cual el agua llegaba a la finca desde Ongamira, a varios kilómetros de distancia en las sierras, y era almacenada en un gran tajamar. Así, Santa Catalina se convirtió en el gran centro de producción pecuaria con miles de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular, además del obraje con sus telares y aparejos, la herrería, la carpintería, el batán (bastidor oscilante de telar) y dos molinos.
Pero más allá del gran emprendimiento productivo, Santa Catalina es conocida por su iglesia, ejemplo del barroco colonial en Argentina, visiblemente influenciado por la arquitectura centroeuropea del mismo estilo.
Más de un siglo después de adquirir la estancia en 1754, los misioneros jesuitas terminaron de erigir la iglesia. Su imponente fachada, flanqueada por dos torres y un portal en curva, es de líneas y ornatos gráciles, con pilastras y frontones curvos. En su interior fascina la armonía de las proporciones: una sola nave en cruz latina que culmina en la cúpula circular con ventanas en la bóveda, el gran retablo del altar mayor tallado en madera y dorado, en el que se destaca un lienzo representativo de la santa patrona de la estancia, una imagen de vestir del Señor de la Humildad y la Paciencia y la talla policromada de un Cristo crucificado.
A la monumental iglesia se le fueron sumando las demás construcciones del predio al estilo del Medioevo, claustros cercando patios, galerías con bóvedas de cañón, talleres, caballerizas, depósitos, huertas y rancherías.
Luego de la expulsión de la Orden, Don Francisco Antonio Díaz adquirió la estancia Santa Catalina en una subasta promovida por la Junta de Temporalidades, permaneciendo en manos de cuatro ramas de familiares descendientes hasta la actualidad.
Si bien en 1941 fue declarada Museo Histórico Nacional, para internarse en los solariegos patios y recorrer la estancia hay que pedir permiso, ya que cerca de 60 habitaciones son ocupadas por sus dueños.
Doña Lili, la fiel cuidadora del santuario, acompaña a los visitantes en su recorrido por el altar, los retablos y la sacristía.
En lo que antes era la ranchería de indígenas y esclavos, hoy se erige una pulpería campestre, donde se puede comer rodeado de artesanías y antigüedades.
Cualquier momento es bueno para recorrer la estancia, pero si decide hacerlo el 25 de noviembre o el último domingo de enero se encontrará con las fiestas patronales, que envuelven a Santa Catalina en un clima festivo, pleno de ritos y tradiciones.

VALLE DE TRASLASIERRA
El valle de traslasierra se halla dispuesto de norte a sur, flanqueado al este por la Sierra Grande que cae abruptamente hacia el valle, y al oeste por las sierras de Altautina y de Pocho. Al norte del valle se encuentra la Pampa de Pocho, planicie que alcanza unos 1.000 metros sobre el nivel del mar y que es propicia para el desarrollo de la actividad agropecuaria.
Al norte de la Pampa de Pocho se presentan una serie de localidades hasta llegar a la Cuenca del Sol, región donde se encuentran la ciudad de Cruz del Eje, Villa de Soto y San Marcos Sierras. Traslasierra brinda al visitante un clima singular, con más de 300 días de sol al año, y un paisaje majestuoso, en parte agreste y en parte tapizado con una frondosa vegetación. Los principales cursos de agua son el río Mina Clavero (de aguas frías) y el río Panaholma (de aguas templadas).
Ambos se unen y dan origen al río de los Sauces, que se caracteriza por sus amplias playas de arena, y que desemboca en el Embalse Ingeniero Medina Allende o Dique la Viña. El turista que visita traslasierra puede disfrutar fundamentalmente de la tranquilidad, de los balnearios y del turismo de aventura.
El gran centro turístico de traslasierra es el conglomerado urbano formado por las vecinas localidades de Mina Clavero y Cura Brochero, las que concentran los principales servicios y las actividades nocturnas que el visitante puede realizar en la región.
Al sur de estas localidades pasando por Nono, San Huberto, Arroyo los Patos, el valle presenta un sinnúmero de lugares como Las Calles, El Huayco, las Rabonas, los Hornillos, San Huberto, Las Chacras, Villa de las Rosas y las tapias, hasta llegar a Villa Dolores.
Nono es la localidad más antigua del Valle de Traslasierra en la provincia de Córdoba, Argentina, y es sin duda alguna una de las regiones más bellas de la provincia donde, como dicen pobladores, “vive la naturaleza”.
Surcado por ríos de aguas puras y cristalinas, el valle cuenta con balnearios de extensas playas bordeadas por una naturaleza intacta gracias a la ausencia absoluta de explotaciones o industrias contaminantes en toda la región y al extenso cordón montañoso que lo resguarda.
A escasos 5 kilómetros de Nono nos encontramos uno de los museos más variopintos que jamás uno se pueda encontrar, el Museo Polifacético Rocsen, donde tuvimos el honor de ser recibidos por su creador el francés Jean Jaques Bouchon, o como ahora se hace llamar Juan Santiago Bouchon, siendo el mismo el que se convirtió en nuestro improvisado guía, un espectáculo el que nos ofreció, con sus historias, su palabra fácil, y como no con sus chistes que amenizaron, aún más, si cabe, el recorrido por tan sui generis museo.

MUSEO ROCSEN
Historia del Museo
La vocación, el sueño y el empuje de un hombre
Juan Santiago Bouchon nació en Niza, Francia el 3 de julio de 1928. Realizó estudios de antropología, Bellas Artes Superior y Artes Aplicadas a la Industria en Paris.   Llega a la Argentina en 1950, se radica en Nono en 1959 e inaugura el Museo Rocsen en 1969 y desde entonces trabaja junto a su familia, en su sueño: " ROCSEN " Museo polifacético .
Toda una Vida
 “Mi nombre es Juan Santiago Bouchon y soy el dueño y fundador del Museo Rocsen.  Nací con una firme vocación de coleccionista que tuvo sus primeras manifestaciones a partir de mis tres años de edad. Todo me interesaba y vivía con los bolsillos llenos de las más diversas cosas. Mi madre me los cosía para que no se deformen pero sin éxito; regresaba a casa cargado de piedras, insectos, raíces, etc.
Hasta que a los ocho años, escarbando en el anfiteatro de Cimiez, Niza, en el sur de Francia donde nací desenterré un soldadito  romano de barro cocido de 2000 años de antigüedad y aquel mismo año, jugando en una playa de Normandía, en el norte de Francia, encontré mis primeros fósiles, desprendidos de los acantilados calcáreos de la región por la erosión de las olas. Estos dos hechos determinaron mi vida puesto que despertaron en mi una vocación de investigador incansable y le dieron nacimiento a la idea deformar un museo propio.
A pesar de los horrores vividos durante la Segunda Guerra Mundial, pude seguir en París estudios de Antropología, Bellas Artes Superior y Artes Aplicadas a la Industria. En cambio, soy autodidacta en ciencias naturales y en todas las otras disciplinas tratadas en el museo.
Lllegué a la Argentina el 31 de diciembre de 1950 con una mudanza de 23 contenedores (8000 kg.) y trabajé en la sección Turismo de la Embajada de Francia, razón por la cual hice una exposición que llevé por toda la Argentina. Descubrí que la Argentina me ofrecía un campo de acción ilimitado en las disciplinas que me apasionan desde siempre, es decir la arqueología, la antropología, la paleontología, la entomología, etc. Y pedí la radicación definitiva.
En el año 1959 me establecí en Córdoba, en pleno campo, a 5 Km. del pueblo de Nono, donde hoy se encuentra el museo.
Inauguré su primer edificio (100 m cuadrados cubiertos) el 6 de enero de 1969; Hoy el museo cuenta con 1530 m cubiertos y está proyectada una ampliación de 3000 metros más.
Mi deseo es lograr un museo polifacético con la finalidad de interesar al público más diverso. He observado que en los museos monotemáticos las personas que no están científicamente formadas se cansan rápidamente y éste el motivo por el cual el museo es todo lo diverso posible. Hice además un estudio psico-estético de la presentación de los objetos expuestos para que cada cambio de tema produzca un nuevo interés y al mismo tiempo, un descanso del tema anterior.
Fecundos diálogos con los visitantes me permiten desarrollar el museo basándome en estadísticas directamente extraídas de sus expresiones y es por eso que estoy preparando numerosos temas nuevos. Hemos comprobado además que el 46 por ciento de nuestros visitantes entran por primera vez a un museo.
Como dueño y fundador del Museo Rocsen soy miembro de International Council of Museums I.C.O.M (Consejo Internacional de Museos), de CEMUCOR (Centro de Museos de Córdoba), miembro titular de la Sociedad de Antropología e Historia Médica de Bs. As. Soy además, en la Argentina, Museólogo de la Nación”.(J.S.B.).
Siguiendo al sur de Las Tapias, encontramos las bellas localidades de San Javier, Yacanto, con su cancha de golf y hotel, la Población, Luyaba, y las hermosas la Paz, loma Bola -en la que se podrá realizar el Vía Crucis demarcado en el cerro homónimo - y San Pedro ,entre otras. A esta zona se la conoce como Senderos Agrestes. Todas estas pintorescas localidades se van mezclando en un paisaje único con la majestuosa presencia de la Sierra Grande, el dique La Viña, con su imponente paredón de 106 metros de altura (lugar propicio para la pesca del pejerrey y la práctica de deportes náuticos), arroyos que descienden de la montaña con sus balnearios y campings, tradicionales casas de té y viejas casonas transformadas en hosterías, modernos complejos de cabañas y hoteles, negocios de artículos regionales y artesanías, y el dique subnivelador en Las Tapias. También se pueden visitar, a la vera de la ruta, un centro de apicultura y el zoológico Ecovalle. Toda esta región de singular belleza brinda un marco notable para el desarrollo de las actividades referidas al turismo de aventura (es conveniente consultar con los lugareños antes de emprender cualquier tipo de recorrido).
Volviendo a Villa Cura Brochero, recorriendo la ruta provincial N0 5 al norte, se alcanza la Pampa de Pocho. Desde la ruta es posible tomar un camino de tierra que conduce a la pequeña Villa de Pocho, donde se destaca la capilla construida en la segunda mitad del siglo XVIII (para visitar el templo hay que pedir las llaves en la proveeduría de enfrente). Si se continúa este camino se llega a Las Palmas, situada a la vera del tramo que une Taninga con Los Túneles. 
La capilla de Las Palmas es una reliquia arquitectónica cuya construcción fue iniciada en 1689 y finalizada en 1736. Siguiendo el camino hacia el oeste, que va bordeando la Quebrada de la Mérmela, se llega hasta a los cinco túneles construidos en 1930 desde donde se tiene una vista panorámica de los llanos de La Rioja.
Volviendo a Taninga, a unos 5 kilómetros al este, por la ruta provincial N0 28 y tomando un desvío hacia el norte, los amantes del turismo de aventura pueden visitar las minas de Cuchillaco, antigua explotación jesuítica. Regresando a la ruta N0 28 se puede visitar Tala Cañada, localidad que cuenta con un camping y balneario. Tres kilómetros al norte de Taninga, por la ruta provincial N0 15, el viajero arriba a Salsacate. Esta pintoresca población cuenta con hermosos balnearios naturales. Prosiguiendo viaje hacia el norte se arriba a San Carlos Minas, población que ofrece al turista un balneario, campings y hostería.
Si el turista cuenta con movilidad propia, es posible organizar con la Secretaría de Turismo paseos a la antigua mina La Argentina y otros lugares de interés turístico.
Subiendo más al norte se arriba a la localidad de La Higuera, donde se destacan las líneas de su hermosa iglesia. Al norte de este pueblo, donde es posible tomar el camino hacia la Candelaria, se halla un cerro con una cruz, y la ruta trepa por la cuesta de La Higuera ya para dirigirse a Villa de Soto.

VILLA CARLOS PAZ
Asentada sobre un fértil valle, Villa Carlos Paz, la ciudad de todos, se erige venturosa entre el cordón montañoso de las Sierras Chicas y las Sierras Grandes. Se posiciona como el segundo destino turístico del país, y ofrece al viajero eventos culturales, actividades recreativas, distensión, aventura, movida nocturna, comodidades, servicios y todo en el marco de un espléndido paisaje.
Villa Carlos Paz refresca sus veranos en las cristalinas aguas del Lago San Roque, responsable también de uno de sus principales atractivos: el Embudo, fotografiado por todo excursionista como recuerdo inevitable. El popular Reloj de Cucú es otra de las postales obligadas del paso por la ciudad; en tanto el Monumento a la Cruz constituye la primer excursión de esfuerzo físico que se hará extensiva a mucho más.
Parte significante del circuito conocido como Valle de Punilla, Carlos Paz pone a disposición del visitante una insuperable variedad de actividades recreativas, tanto en sus calles céntricas, donde pueden disfrutarse las funciones de las estrellas del espectáculo nacional; como en el espejo de agua de su lago, donde el vértigo invita a desarrollar todo tipo de deportes náuticos.
Sierras, balnearios, complejos recreativos, centros de entretenimiento y diversión, hoteles y establecimientos gastronómicos de primer nivel, conservan a La Villa en un puesto destacado del turismo en Argentina.
Historia de Villa Carlos Paz
Dominio territorial de los Comechingones, comunidad aborigen asentada en las márgenes de los ríos San Antonio y Cosquín, lo que hoy se conoce como Villa Carlos Paz, tuvo su origen en la fundación de la Estancia Santa Leocadia allá por 1668.

Esta propiedad pasaría a manos de Rudecindo Paz en 1869 y, tras la construcción del Dique San Roque, obra de vital importancia para la zona en cuanto sistema de provisión y distribución de agua potable, conseguiría un notable desarrollo y cambiaría su destino.
Años después -el 16 de julio de 1913-, el hijo de Don Rudecindo, Carlos Nicandro Paz, funda el pueblo que lleva su nombre y que se convertiría en un destacable centro turístico. En 1964, Villa Carlos Paz es declarada ciudad.

VILLA GENERAL BELGRANO
Definida como pueblo de las culturas, Villa General Belgrano asoma con su estilo centroeuropeo entre las Sierras Chicas y las Sierras Grandes, endilgándose el protagonismo turístico del Valle de Calamuchita.
Tejados, jardines floridos y mucha madera dan a la localidad la apariencia de aldea alpina que se acentúa al descubrir los aromas y sabores de su gastronomía. Es que Villa General Belgrano nació de un proyecto agrícola alemán y por alemanes fue habitada conservando aún la cordialidad característica y las tradiciones implantadas por los inmigrantes.
Un clima privilegiado, iluminado por 300 días de sol al año, permite el disfrute sin restricciones de los intensos paisajes de la villa y sus pinares surcados por arroyos. El turista encontrará allí innumerables motivos de atracción como respirar el aire seco y limpio en purificadoras caminatas o practicar diversos deportes contando para ello con la infraestructura adecuada.
Sede de la célebre Fiesta Nacional de la Cerveza, también conocida como Oktoberfest, Villa General Belgrano es visitada permanentemente por multitudes que disfrutan de sus playas sobre el río Reartes, sus campos de golf, sus museos, restaurantes, tranquilidad y cultura.
Villa General Belgrano es el punto ideal donde pernoctar, tanto por su proverbial hospitalidad y amplia oferta de alojamiento, como por su ubicación estratégica que permite emprender excursiones hacia los rincones más bellos del Valle de Calamuchita y regresar en el mismo día a las instalaciones y servicios del confortable lugar.

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